La mayoría de los lentes pregraduados que se venden en la vía pública no están autorizados. Cuántas veces no hemos visto en supermercados, tiendas y hasta en las calles varios lotes de anteojos con graduación preestablecida, se les conoce también como lentes pregraduados, estos lentes contienen materiales de baja calidad que comprometen la calidad óptica causando malestares como dolores de cabeza, mareos y visión borrosa y si a eso le agregamos que su venta no está regulada nos encontramos ante una verdadera amenaza en contra de la salud visual ya que la mayoría de las personas suelen usarlos de forma inadecuada para tratar de compensar ciertos problemas de visión cuya atención tendría que ser por el médico especialista.
Los lentes pregraduados son también conocidos como lentes de lectura, ésto porque principalmente son usados por personas que tienen problemas para ver de cerca (personas con presbicia), pero en los últimos años también han salido a la venta lentes pregraduados para personas con miopía.
Son lentes relativamente económicos, los podemos encontrar en muchas tiendas, farmacias, supermercados, etc., no necesitamos esperar para tenerlos (como cuando vamos a que un optometrista nos adapte nuestros lentes), pero a pesar de sus aparentes ventajas presentan muchas más desventajas que realmente nos deberían hacer tomar la decisión de no usarlos.
Por donde se camine, la imagen es la misma: quioscos, farmacias y comercios atiborrados de estantes con lentes pregraduados que, por unos 20 pesos, garantizan leer de cerca. En los últimos doce meses se importaron según el Laboratorio de Investigación y Desarrollo Nosis, 2.594.478 pares, el 70 por ciento de las ventas de gafas se hace en lugares no habilitados. La ley nacional de salud asegura que esto sólo debe realizarse por un Optometrista y bajo receta.
Son muchas las personas con presbicia, enfermedad que no permite enfocar de cerca, que en vez de recurrir a un especialista se autorrecetan anteojos. La gente prefiere no buscar su diagnóstico, consume lentes para ver de cerca porque con eso mejora la presbicia, pero no diagnostica las enfermedades que pueden llevar a la ceguera.
Se suele dejar de lado el hecho de que estos lentes son de uso temporario, hasta que se consulte al especialista, ya que la mayoría de las personas que necesitan anteojos no tienen la misma graduación en ambos ojos. La gente lleva un lente de baja calidad, que no respeta las diferencias de cada ojo, con un calibre inexacto y que le evita la primera consulta en la que se pueden detectar enfermedades graves. Los lentes recetados son más costosos, pero necesarios.
Comprar un lente pregraduado hace mucho daño, porque le está impidiendo al paciente detectar a tiempo distintas enfermedades generales, o locales de lo ojos. Cerca de los 40 años aparece la presbicia, la incapacidad de hacer foco de cerca. Muchos de quienes recurren a los anteojos pregraduados asocian su deficiencia visual con esta patología.
El anteojo es como un medicamento, no se puede auto prescribir. Es el especialista quien debe indicar el aumento al óptico que elaborará el anteojo indicado para cada paciente. La elección de un anteojo no puede ser un método de prueba y error. Comprar estos anteojos puede ser contraproducente y traer aumento por exceso o por defecto. Además, por lo general tampoco tienen el aumento que dicen tener, se deforman, y tienen el mismo aumento para ambos ojos. Esto es peligroso porque por lo general, no todos vemos igual en los dos ojos, y cuando se usan estos anteojos, un ojo tiene que hacer un mayor esfuerzo.
Al no precisarse la graduación exacta que necesita cada ojo, ni la patología que se presenta, el usuario de estos productos se somete a algunos riesgos. Quien compra estos anteojos está evitando la consulta al médico y ello impide que tenga sobre sí un diagnóstico ajustado a su situación actual. Hemos tenido casos de gente que termina con lentes con graduaciones permanentes cuando, si se hubieran iniciado con el anteojo corrector indicado para la presbicia, no estaría usando lentes graduados permanentemente.
La mayoría de las personas no necesita el mismo aumento en los dos cristales. Entonces, una persona que accede a un anteojo pregraduado, es más que probable que con uno de los ojos no esté viendo bien y lo esté forzando.
Dolores de cabeza, irritación ocular y graves trastornos en la visión son algunos de los daños que los expertos advierten a la hora de desaconsejar la utilización de lentes sin receta, que se venden de manera ilegal en las calles, farmacias y tiendas de moda. Sin embargo, esto es moneda corriente y forma parte de la oferta de los vendedores ilegales.
La utilización de los anteojos pregraduados provoca dolores de cabeza, irritación ocular y hacen que un ojo deba esforzarse más de la cuenta porque, según explicó el especialista, el 80 por ciento de los usuarios tiene distintos aumentos en los ojos, y estos lentes tienen la misma dioptría para los dos.
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